El Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos aparece hoy como la opción más importante y viable que tiene Colombia en el contexto de la integración internacional.
La posibilidad de mantenerse como una nación aislada no tiene ningún sentido. No va a ser un cambio fácil. El tiempo apremia pues la posibilidad que se abre de llegar a un acuerdo con Estados Unidos no se va a repetir fácilmente.
El primer paso camino al éxito es administrar adecuadamente el proceso de negociación. Este proceso comienza en la preparación de las discusiones, con la participación de todos los sectores de la economía. Colombia ha logrado un importante avance en este aspecto al formar un grupo negociador con amplia experiencia y dominio del tema. Sin embargo hace falta que ese grupo negociador establezca una posición única dentro de lo que se requiere y que se establezcan medios de participación de la sociedad civil.
Por otro lado, Colombia tiene que avanzar en aspectos muy importantes para un entorno adecuado, como el fortalecimiento institucional, la flexibilidad en el marco regulatorio, el grado de apertura, la infraestructura, las comunicaciones y la competitividad empresarial.
Pero no hay que dejar a un lado aspectos limitarían el aprovechamiento del TLC, como la estabilidad económica, comprometida por una creciente deuda externa y un déficit fiscal hasta el momento irreversible; y la seguridad, amenazada por los grupos alzados en armas y la delincuencia común. Sin avances en estos aspectos se perderán muchas oportunidades de atraer inversión extranjera al país.
Ante los acuerdos comerciales, los empresarios tienen dos alternativas para usar sus energías; una es gestionar una “demora” en la firma de los acuerdos pensando que es posible detener el cambio; la otra es prepararse para hallar oportunidades y manejar los riesgos. La tarea no es sencilla, ante los escenarios que podrían darse en los acuerdos que se acercan.
Es importante estar preparados para enfrentar lo mejor posible los efectos que se deriven de un TLC y poder canalizarlos hacia la generación de un mayor crecimiento y un incremento en la competitividad
La responsabilidad del gobierno es grande y no se limita a la conducción de las negociaciones. El mantenimiento de la estabilidad económica es fundamental. No habrá tratado comercial que sirva si los inversionistas perciben que la economía colombiana es volátil. Por otra parte, es vital para Colombia hacer más énfasis que nunca en mantener la estabilidad en las reglas de juego para los inversionistas, y para los negocios. Hay que proyectar el mensaje de un país comprometido con su inserción en la comunidad internacional.
Por otra parte, es necesario trabajo entre gobierno y empresarios para fortalecer la imagen del país y conseguir apoyo en Estados Unidos, tanto para el tratado como para los negocios que deberían venir después. Se requiere que gobierno, empresarios y sociedad establezcan una posición conjunta sobre los puntos esenciales que el país buscará en el acuerdo. La solidez de una posición común se reflejaría en una mejor negociación y en un despegue más rápido de los negocios tras la firma del acuerdo.
En cuanto a los empresarios, el trabajo es muy exigente; se requiere un cambio de mentalidad para que se anticipen e identifiquen las oportunidades. Esto implica trabajar en el conocimiento de los nuevos mercados para identificar nichos en donde puedan ser competitivos en un entorno de TLC. El mayor peligro para Colombia es que por temor no aprovechemos cuanto antes esta oportunidad para crecer e incentivar las exportaciones y la inversión extranjera.
Hay que entender cómo se hacen los negocios con Estados Unidos y poner especial cuidado en aspectos culturales en los que nos diferenciamos, como la importancia que se le da al cumplimiento.
El mayor beneficio que podría traer el TLC es un aumento significativo de la inversión extranjera. Por esta razón se hace importante tener una entidad promotora de inversión fuerte que tenga los recursos y el apoyo suficiente para cumplir la que debe ser su misión principal: “venderle Colombia al mundo”.
La liberación de los mercados hace que los sectores colombianos se expongan a la competencia de los sectores externos y a las crecientes exigencias de los mercados internacionales. Para poder cubrir estas exigencias es crítico ayudar a las empresas competitivas en sus esfuerzos por conseguir capital de tal forma que puedan invertir en aumentar su capacidad de producción, en crear presencia comercial en Estados Unidos y en modernizar sus tecnologías.
El mayor peligro para Colombia es que por temor no aprovechemos cuanto antes esta oportunidad para crecer e incentivar las exportaciones y la inversión extranjera. Si dejamos pasar esta oportunidad, otros países la aprovecharán y lograrán acceso privilegiado, estableciéndose en este mercado antes que nosotros.
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